lunes, abril 11, 2005

Elegìa

En los últimos tiempos sus pasos se habían grabado en las baldosas de la entrada, con un ritmo lento, cargado de añoranzas, que enmascaraban la red asesina que se tejía en las entrañas.
Ahora que se ha ido, vienen a la mente las palabras llenas de experiencias y anhelos de la madre patria que cada vez que había ocasión, dejaba fluir como fuente inagotable de recuerdos hacia aquellos que abrían sus oídos a las anécdotas de ese pasado en tierras lejanas: Sueños de niño atrapado en una guerra fraterna que siega de golpe el corazón de una madre; adolescente sin rumbo, viajando en busca de identidad por el nuevo país que le abrió las puertas y se convirtió en su casa; esposo y padre vigilante de los detalles que construyen la vida diaria; trabajador incansable buscando fielmente el bienestar de aquellos que , durante toda una vida, fueron su familia laboral.
Cuando los años pesan y se experimenta en carne propia la insensibilidad de una sociedad ante las necesidades que siguen latentes, se va apagando la mirada y el sueño se busca no solo de noche porque en el se recuperan imágenes grabadas en gratos momentos, que cargan consigo la fuerza, el ímpetu y el brillo de antaño.
Como buen español su charla bullía en palabras y gestos, en risas y movimientos que enmarcaban el puente por el cual resurgía el niño y el joven que llevaba muy dentro, buscando así una conexión profunda con el hermano, el sobrino, el amigo. Sin embargo cuantas veces el mensaje tuvo que guardarse sin llegar a su destino.
Tal vez en momentos todos los pequeños experimentaron a su lado una mezcla de emociones ya sea por la broma y el chiste, o por la voz fuerte y el grito; y ésto a él le dólía porque no encontraba la forma de demostrar que su corazón era grande, servicial y desinteresado.
Cerró los ojos mi tìo, se quedó dormido seguramente en los brazos de una madre que nunca pudo olvidar.
Hoy su silla está vacía, nadie la ocupa más.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario