Su relación era secreta, fluía en la sombra como la luna que de noche acaricia el sueño de los amantes. No existían impedimentos serios para esa relación, más sin embargo nadie conocía su existencia. Y mientras menos se enteraba el mundo de ella, mas posibilidades tenian de crear su propio universo.
A tal grado habían tenido que fingir, que para todos los amigos y conocidos una idea estaba clara: entre ellos no era factible que existiera ni si quiera una amistad. Y al no poder expresar libremente la fuerza del amor que los embriagaba, surgían detalles que permitían el abrazo disfrazado de forcejeo, la cercanía encubierta en juegos violentos, las risas inquietas que escondían el nerviosismo que produce el estar junto al otro sin demostrar abiertamente el cariño.
Preocupados por la suerte que él corría cuando la visitaba en su casa, los amigos le aconsejaron a Luis que evitara la cercanía de Georgina. Con buenas intenciones le llegaron a plantear los hechos por ellos observados, sacando como conclusión que de continuar asistiendo a verla terminaría por salir lastimado tanto física como moralmente. Y ambos reian en complicidad por la imagen que habían logrado crear.
No pasaría mucho tiempo sin que todos pudieran ver lo equivocado de su análisis. Pero por lo pronto, tenían que seguir ocultando el amor que se fortalecía día con día, mientras él podía notificar a su familia, a sus compañeros y directores que dejaba el Seminario.
A tal grado habían tenido que fingir, que para todos los amigos y conocidos una idea estaba clara: entre ellos no era factible que existiera ni si quiera una amistad. Y al no poder expresar libremente la fuerza del amor que los embriagaba, surgían detalles que permitían el abrazo disfrazado de forcejeo, la cercanía encubierta en juegos violentos, las risas inquietas que escondían el nerviosismo que produce el estar junto al otro sin demostrar abiertamente el cariño.
Preocupados por la suerte que él corría cuando la visitaba en su casa, los amigos le aconsejaron a Luis que evitara la cercanía de Georgina. Con buenas intenciones le llegaron a plantear los hechos por ellos observados, sacando como conclusión que de continuar asistiendo a verla terminaría por salir lastimado tanto física como moralmente. Y ambos reian en complicidad por la imagen que habían logrado crear.
No pasaría mucho tiempo sin que todos pudieran ver lo equivocado de su análisis. Pero por lo pronto, tenían que seguir ocultando el amor que se fortalecía día con día, mientras él podía notificar a su familia, a sus compañeros y directores que dejaba el Seminario.