Un temor sordo que surge de lo profundo, que atraviesa lo insondable llenando de incertidumbre los espacios. Un temblor que estremece oquedades y valles cual siniestra daga que siega los campos. Y se busca con desesperación de donde asirse sin que asome una huella, una mano, una sombra...y el camino se endurece sin que en el horizonte los tenues rayos de luz logren vencer a la negrura que envuelve el entorno. Un grito que se ahoga sin salir, desesperado por encontrar un eco que regrese cual trémula ola a las playas de los sentidos. Una esperanza que se aferra a lo desconocido sin dejar que las razones derrumben lo construido... pese a todo, una luz que brilla sutil pero firme, abriéndose paso con la certeza del que ilumina el camino, de quien lo recorre a ella asido.
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