La tarde caía lentamente mientras con el vaivén del columpio la niña soñaba con mundos creciendo entre nubes y escarcha.
Aun no llegan a cinco las vueltas que han dado las hojas del calendario mas los secretos guardados tras las puertas no esconden misterios ante los ojos del alma. Sin buscar ella entiende los silencios que hablan y le bastan los susurros que llegan para entretejer historias de los sucesos que callan.
En sus juegos es gigante que abarca la vida desde lo alto de su muralla; es viento que corre entre ramas y hojas por valles y montañas. Gacela y gaviota, hadita escondida en el perfume que emana de Violetas africanas.
Ojos profundos que destilan promesas de cantos y risas, de palabras festivas y poemas eternos. Su voz melodiosa es caricia que arruya los pasos del abuelo en dulce figura de aquellos que vendrán con el paso del tiempo.
Ahí no hay ayer ni mañana, solo un presente contínuo que enmarca los sueños de la niña que juega dejando que vuelen sus anhelos al cielo.
En sus juegos es gigante que abarca la vida desde lo alto de su muralla; es viento que corre entre ramas y hojas por valles y montañas. Gacela y gaviota, hadita escondida en el perfume que emana de Violetas africanas.
Ojos profundos que destilan promesas de cantos y risas, de palabras festivas y poemas eternos. Su voz melodiosa es caricia que arruya los pasos del abuelo en dulce figura de aquellos que vendrán con el paso del tiempo.
Ahí no hay ayer ni mañana, solo un presente contínuo que enmarca los sueños de la niña que juega dejando que vuelen sus anhelos al cielo.
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